La congestión de pacientes siempre es alta y más esta
última mitad de año, en la que 850 personas pidieron su traslado aquí para
atenderse. Se ven colas desde las cinco de la mañana en admisión, citas, acreditación,
laboratorio y los consultorios más concurridos. Hay gestantes, mujeres,
hombres, ancianos, niños, bebés, todos con distintos problemas y distintos
dolores. Pero hay grupo de personas que es mayor en cantidad: los que se
quejan.
Estas personas se quejan por las horas que esperan, por
la atención que reciben, por la escasez de medicina e insumos, por los tumultos,
por las citas tardías. Y en todas sus
quejas los culpables son los médicos, a quienes tildan de negligentes, de inútiles
sin vocación, de improvisados. Ese médico que salvan su vida. Ese médico que
atiende el doble de pacientes en el mismo turno sin un sol más en su boleta
pago. Ese médico que corta una gasa en 2 para poder atender 2 pacientes. Ese
médico que deja a su familia para curar la salud de otras. Ese médico que no
duerme. Ese médico al que nadie felicita ni agradece y, a pesar de todo, debe
seguir atendiendo.
Pero, él no tiene la culpa. No, señor paciente. Baje el
celular y corte el video con el que culpara a su médico en redes sociales. Deje
de decirle a sus conocidos que aquí se atienden mal. Él no tiene la culpa.
Culpe al presidente que eligió, a los congresistas que eligió, al ministro de
salud, a Essalud, a los directores, a ellos, por favor. No a quienes tienen que
sacar adelante el hospital poniendo sus rostros para ser señalados. Los médicos no son quienes duplicaron el número
de pacientes, no son quienes compran medicina de mala calidad y en poca
cantidad, los médicos no son quienes les dan citas urgentes cada 6 meses.
La próxima vez que vea una publicidad con jingle pegajoso
diciendo “se duplicó el número de pacientes atendidos en tal lugar”, piense
cuántos médicos más fueron contratados, si se duplicó la medicina o no.
Pregunte, cuestione, no culpe. Y por favor, agradezca, felicite la labor del personal
de su hospital, porque son personas desconocidas que tratan con cientos de
pacientes al día siendo cuestionados, juzgados y maltratados, y aun así
defienden su vida como propia.
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